Julia Alvarez En El Tiempo De Las Mariposas Julia Alvarez En El.doc

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1、Julia AlvarezEn El Tiempo De Las MariposasPgina: 1Apasionante y conmovedora, sin duda destinadaa ocupar un lugar importante entre lasgrandes novelas latinoamericanas.El 25 de noviembre de 1960 se encontraron los cuerpos de tres hermanas, al pie de un risco, en la costa de la Repblica Dominicana. El

2、diario oficial El Caribe da cuenta del hecho que califica de accidente. No se menciona que las muchachas eran frreas oponentes al rgimen dictatorial del general Trujillo; que una cuarta hermana sigue con vida. No es necesario. Todo el mundo conoce a las Mariposas.Transcurridas tres dcadas de este ep

3、isodio, Julia Alvarez, nos sumerge en una poca peligrosa de la historia del Caribe hispnico, y recrea en la ficcin la historia de las hermanas Mirabal, unas mujeres extraordinarias que por siempre vivirn en la memoria colectiva del pueblo dominicano.Minerva, Patria, Mara Teresa y Ded relatan sus his

4、torias, desde su propia perspectiva, alimentadas con detalles de la vida cotidiana y domstica, acontecimientos histricos y polticos, sentimientos y afectos. Ded, la hermana sobreviviente, cuenta cmo Minerva desencaden la tragedia de la familia al rechazar en pblico los avances de Trujillo; cmo Patri

5、a se uni al movimiento opositor desde la misma Iglesia; cmo Mara Teresa lleg a la revolucin por el camino del amor; cmo ella misma se mantuvo alejada de la oposicin clandestina y cri a los hijos de sus hermanas ausentes, para finalmente presenciar cmo volvan a vivir las Mariposas gracias al arte mag

6、ia de la imaginacin de Julia Alvarez .Julia lvarezEn el tiempo de las mariposasTraduccin: ROLANDO COSTA PICAZO(Premio Konex 1994)EDITORIAL ATLNTIDA, Buenos Aires, 1995Esta obra de ficcin est basada en hechos histricosa los que se refiere la autora en la nota final.Para DedIn memoriamPATRIA MERCEDES

7、MIRABALFebrero 27, 1924-Noviembre 25, 1960MINERVA MIRABALMarzo 12, 1926-Noviembre 25, 1960MARA TERESA MIRABALOctubre 15, 1935-Noviembre 25, 1960RUFINO DE LA CRUZNoviembre 10, 1923-Noviembre 25, 1960CAPTULO UNODed1994 yalrededor de 1943Le est cortando las ramas secas a su ave de paraso, asomndose cad

8、a vez que oye un auto. La mujer jams encontrar la vieja casa detrs de la cerca de hibiscos altsimos en la curva del camino de tierra. jams una gringa dominicana en un auto alquilado, con un mapa de carreteras, preguntando los nombres de las calles! Ded haba recibido la llamada en el pequeo museo esa

9、 maana.Poda ir a hablar con Ded acerca de las hermanas Mirabal? Ella es de aqu, originariamente, pero ha vivido muchos aos en los Estados Unidos, por lo que, lamentablemente, no habla muy bien el espaol. All nadie conoce a las hermanas Mirabal, cosa que tambin lamenta, porque nadie debera olvidarlas

10、. Heronas annimas de la oposicin clandestina, etc.Dios mo, otra ms! Ahora, despus de treinta y cuatro aos, las conmemoraciones y entrevistas y presentaciones de honores pstumos casi se han terminado, de modo que durante meses Ded puede reasumir su vida normal. Pero ya est resignada a lo que pasa cad

11、a noviembre. Ao tras ao, cuando llega el 25, aparecen los equipos de televisin. Se produce la infaltable entrevista. Luego tiene lugar la gran celebracin en el museo, con delegaciones que llegan hasta del Per y el Paraguay. Una verdadera ordala, tener que preparar tantos sandwiches. Y los sobrinos y

12、 las sobrinas no siempre llegan a tiempo para ayudar. Pero estamos en marzo ahora. Mara santsima! No puede tener siete meses ms deanonimato?-Qu le parece esta tarde? Tengo algo que hacer antes -miente Ded en el telfono. Se ve obligada. De otro modo, nunca terminan las preguntas impertinentes.Hay un

13、verdadero alboroto de gratitud en el otro extremo de la lnea, y Ded se ve obligada a sonrer ante algunas tonteras importadas en el espaol de la mujer. -Estoy tan agradecida -le dice- por la franqueza de su clido tratamiento.-De modo que si voy desde Santiago, debo pasar Salcedo? -le pregunta la muje

14、r.-Exactamente. Y donde encuentra un gran rbol de anacahuita, all dobla a la izquierda. bi -Un. gran. rbol. -repite la mujer. Lo est escribiendo todo! -Doblo a la izquierda. Cmo se llama la calle? -Es slo el camino del anacahuita. No tiene nombre -le dice Ded, garrapateando para contener la impacien

15、cia. En el reverso de un sobre que han dejado junto al telfono del museo dibuja un rbol enorme, cubierto de flores, con ramas que llegan hasta la solapa del sobre. -Por estos lugares la mayora de los campesinos no sabe leer, de modo que no servira de nada poner nombre a los caminos.Se oye una risita

16、 turbada. -Por supuesto. Usted debe de pensar que yo estoy tan afuera de la cosa. Tan afuera de la cosa.Ded se muerde el labio. -Nada de eso -miente-. La ver esta tarde, entonces.-Cmo a qu hora? -quiere saber la voz.Ah, s. Los gringos necesitan una hora. Pero no hay una hora de reloj para este tipo

17、de cosas.-A cualquier hora despus de las tres. A las tres y media o las cuatro.-Tiempo dominicano, eh? -dice la mujer, riendo.Exactamente! Por fin, la mujer empieza a entender cmo se hacen las cosas all. Aun despus de colgar el tubo, Dedsigue agregando detalles a las races del anacahuita, sombreando

18、 las ramas y luego, nada ms que por divertirse, levanta y cierra la solapa del sobre para ver cmo se desintegra el rbol y luego se vuelve a componer.En el jardn, Ded se sorprende al or la radio de la cocina que anuncia que slo son las tres de la tarde. Espera con ansiedad desde el almuerzo, arreglan

19、do el pedazo del jardn que la mujer estadounidense ver desde la galera. Esa es una razn por la que no le gustan las entrevistas a Ded. Sin darse cuenta, arregla su vida como si fuera un objeto de exposicin prolijamente etiquetado para que todos los que saben leer lovean: LA HERMANA QUE SOBREVIVI. Po

20、r lo general, si lo hace bien -si prepara una limonadacon limones del rbol plantado por Patria, y ofrece una recorrida rpida por la casa en que se criaron las hermanas- los visitantes se van satisfechos, sin hacer las preguntas espinosas que sumen a Ded en los recuerdos durante semanas enteras, en b

21、usca de respuestas. Inevitablemente, de una u otra manera, siempre preguntan por qu fue ella quien sobrevivi.Se inclina sobre su belleza especial, la orqudea mariposa que trajo de contrabando desde Hawai hace dos aos. Durante tres aos seguidos Ded ha ganado un viaje como premio por hacer ms ventas q

22、ue nadie en la compaa donde trabaja. Su sobrina Minou ha comentado en ms de una oportunidad acerca de la irona de la nueva profesin de Ded, en la que se embarc hace ya diez aos, despus de su divorcio. Es vendedora de seguros en una compaa. Todo el mundo quiere comprarle una pliza a la mujer que se s

23、alv de morir junto con sus tres hermanas. Y no hay nada que ella pueda hacer al respecto.El golpe de la portezuela de un auto al cerrarse sobresalta a Ded. Cuando se tranquiliza se da cuenta de que ha dado un tijeretazo a su orqudea mariposa. Recoge la flor cada y recorta el tallo, dando un respingo

24、. Quizs sa sea la manera de lamentarse por las cosas importantes, con tijeretazos, pellizcas, sorbitos de dolor.En realidad esa mujer no debera cerrar el auto de un portazo, y no alterar los nervios de alguien que est envejeciendo. Y no slo yo, piensa Ded. Cualquier dominicano de cierta generacin hu

25、biera dado un salto al or ese ruido, como de un disparo.Recorre la casa rpidamente con la mujer. El dormitorio de mam, el mo y de Patria, pero ms tiempo mo, pues Patria se cas tan joven; el de Minerva y Mara Teresa. No dice que el otro dormitorio era el de su padre despus de que l y su madre dejaran

26、 de dormir juntos. All estn las fotografas de las tres muchachas, antiguas fotos favoritas que ahora resplandecan en los carteles cada noviembre, haciendo que esas instantneas, antes ntimas, parecieran demasiado famosas para ser de las hermanas que conoci.Ded ha colocado una orqudea de seda en un fl

27、orero sobre la mesita junto a ellas. Todava se siente culpable por no continuar con el tributo de mam, de poner una flor fresca en honor de las chicas todos los das. Pero la verdad es que ya no tiene tiempo, debido al museo, su trabajo, la casa. No se puede ser una mujer moderna y perpetuar los anti

28、guossentimentalismos. Y de todos modos, para quin era la orqudea fresca? Ded contempla los rostros jvenes, y sabe que a quien echa ms de menos es a s misma a esa edad.La mujer de la entrevista se detiene frente a los retratos, y Ded espera que le pregunte cul era cul o cuntos aos tenan cuando les sa

29、caron la foto, datos que Ded tiene preparados, pues los ha repetido tantas veces. Pero, en cambio, la mujer delgada con aspecto de expsita pregunta:-Y usted, dnde est?Ded se re, incmoda. Es como si la mujer le hubiera ledo el pensamiento.-Reservo este vestbulo para las chicas -dice. Por encima del h

30、ombro de la mujer nota que ha dejado la puerta de su dormitorio entreabierta, y se ve el camisn arrojado al descuido sobre la cama. Ojal hubiera revisado la casa y cerrado las puertas de los dormitorios.-No, me refiero a dnde est ubicad a con respecto a edad. La mayor, la menor?De modo que la mujer

31、no ha ledo los artculos ni las biografas que circulan. Ded siente alivio. Eso significa que pueden pasar el tiempo hablando de los hechos simples que le dan la ilusin de que su familia tambin fue una familia comn y corriente, con cumpleaos, bodas y nacimientos como picos en el grfico de la normalida

32、d.Ded le da la secuencia.-Tan seguidas -observa la mujer.Ded asiente. -Las tres primeras somos muy seguidas, aunque muy distintas en muchos sentidos.-S? -pregunta la mujer.-S, muy distintas. Minerva siempre se preocupaba por lo que estaba bien o mal. -Ded se da cuenta de que le est hablando al retra

33、to de Minerva, como si le estuviera asignando el papel en una obra, describindola con un puado de adjetivos. La bella, inteligente, noble Minerva. -Y Mara Teresa, ay, Dios -suspira Ded, emocionada a pesar de s misma-. Todava era una nia cuando muri. Acababa de cumplir veinticinco aos. -Ded sigue has

34、ta el tercer retrato y endereza el marco. -La dulce Patria, para quien la religin era siempre tan importante.-Siempre? -pregunta la mujer, con un dejo de desafo en el tono._Siempre -afirma Ded, acostumbrada a ese idioma fijo y monoltico de los entrevistadores y mitologizadores de sus hermanas-. Bien

35、, casi siempre.Acompaa a la mujer hasta la galera, donde aguardan lasMecedoras. Hay un gatito imprudente bajo la enredadera, ylo ahuyenta.-Qu quiere saber? -pregunta bruscamente. Y luego, porque la pregunta pide de manera tan grosera que la mujer se Justifique agrega:-Porque hay tantas cosas de qu h

36、ablar.La mujer se re. -Cuntemelo todo.Ded mira el reloj como un corts recordatorio de que lavisita est circunscripta.-Hay libros y artculos. Le dir a Tono, en el museo, que le muestre las cartas y diarios.-Eso sera estupendo -dice la mujer, observando la orqudea que Ded an tiene en la mano. Es evide

37、nte que quiere ms. Levanta la mirada, con timidez. -Debo decir que es muy fcil hablar con usted. Quiero decir, usted es tan abierta y animada. Cmo hace para que esta tragedia no la deprima? No s si me expreso en forma clara.Ded suspira. S, tiene sentido lo que dice la mujer. Se acuerda de un artculo

38、 que ley en el saln de belleza, escrito por una seora juda que sobrevivi a un campo de concentracin. -Hubo muchos, muchos aos felices. Recuerdo eso. Por lo menos, lo intento. Me digo: Ded, concntrate en lo positivo. Mi sobrina Minou me dice que hago una especie de meditacin trascendental, algo por e

39、l estilo. Ella sigui un curso en la capital.-Me digo: Ded, en tu memoria es tal y tal da, y empiezo a rememorar un momento feliz. Es mi forma de cine; aqu no tengo televisin.-Funciona?-Por supuesto -responde Ded, casi con ferocidad. Y cuando no funciona -piensa-, me tranco reviviendo el mismo mal mo

40、mento. Pero para qu hablar de eso?-Cunteme acerca de uno de esos momentos -le pide la mujer, el rostro iluminado por la curiosidad. Baja los ojos como para disimular.Ded vacila, pero su mente ya ha empezado a correr hacia atrs, ao tras ao tras ao, hasta el momento que ha fijado en su memoria como ce

41、ro.Recuerda una noche clara, por la luna, antes de que empezara el futuro. Estn sentados en las mecedoras en medio de la fresca oscuridad, bajo el anacahuita, del jardn del frente, contando cuentos y bebiendo jugo de guanbana. Es bueno para los nervios, dice siempre mam.Estn todos. Mam, pap, Patria-

42、Minerva-Ded. Bang-bangbang. A su padre le gusta bromear, y les apunta con una pistola imaginaria a cada una, como si estuviera disparando y no jactndose de ser su padre. Tres muchachas, cada una separada de la otra por un ao! Y luego, nueve aos despus, Mara Teresa, el ltimo intento de su padre para

43、que llegara un varn.El padre tiene puestas las pantuflas, y ha enganchado un pie dentro del otro. De vez en cuando Ded oye el ruidito de la botella de ron contra el borde de su vaso.Muchas noches, y esta noche no es diferente, una vocecita tmida surge de la oscuridad, disculpndose. Podran, dentro de

44、l acopio de su bondad, darle un calmante para un nio enfermo? No tienen un poco de tabaco para un anciano cansado que se ha pasado el da entero rallando mandioca?Su padre se levanta, vacilando un tanto debido a la bebida y al cansancio, y abre la tienda. El campesino se va con su remedio, un par de

45、cigarros, unos cuantos caramelos de menta para los ahijados. Ded le dice a su padre que no sabe cmo les va tan bien, con todo lo que regala l. Pero su padre la rodea con el brazo, y le dice:-AY, Ded. Para eso te tengo a ti. Todo pie blando necesita un zapato duro.-Nos enterrar a todos -agrega su pad

46、re, riendo- con seda y perlas. -Ded vuelve a or el tintineo de la botella de ron. -S, con seguridad, nuestra Ded ser la millonaria de la familia.-Y yo, pap, y yo? -dice con claridad la vocecita de nia de Mara Teresa. No quiere que la dejen fuera del futuro.-T, mi regalito, sers nuestra coqueta. A mu

47、chos hombres.La madre tose para llamarle la atencin. Se les har agua la boca por ti -termina su padre.Mara Teresa grue. A los ocho aos, con sus largas trenzas y blusa a cuadros, el nico futuro que quiere es un futuro en que se le haga agua la boca a ella, con caramelos de los que vienen en cajas con sorpresa.-Y yo, pap? -pregunta Patria, ms sosegada. Es difcil imaginarla no casada y sin un beb sobre la falda, pero la memoria de Ded est ugando a las muecas con el pasado. Ha dispuesto a su familia

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